domingo, 5 de octubre de 2008

ALVARO


Duende de mi alma, duende pequeño, de grandes ojos, de ojos de cielo. De manos curiosas, de manos de inquieto, de andar desprolijo, de andar turbulento. Niño querido, te llevo en mi pecho, te llevo en mi mente, te llevo en los huesos. Sangre de mi sangre, rama nueva de un árbol añejo. Has cambiado tanto las formas, has embellecido el contexto. A nadie te pareces, sos como solo vos podes serlo.
Gracias, mi bien, por habernos elegido, por estar con nosotros, por entregarnos tanto sin saberlo.
“No es azar que tu nombre comience con la letra del Amor, sigan la Libertad y la Vida. Ahora el Apego a tu Ronca voz, que Oigo hasta en sueños.”

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