lunes, 16 de mayo de 2011

LAURA

Cada vez que me he sentido mal, ella estaba conmigo. Cada sonrisa mía le provocó tranquilidad. Cada lucha ganada, cada empresa fracasada, con ella a mi lado. Como nadie ha estado jamás. Decir que es un ángel, seria menospreciar su calidad humana, su osadía por ser la persona que es, su lucha contra tantos molinos de viento que asustarían al mismo Quijote. Ella tiene la mirada profunda, de esas que te hacen sentir desnudo, y no queda más que ofrecer tu simpleza y mostrarte sencillamente, así, sin temor a ser juzgado. Tiene en su mano la vara de la rectitud, con la que sólo se mide a sí misma, con la que demuestra constantemente que su vida es fruto del esfuerzo que se ha impuesto.

Observa mis actos y pregunta mi vida, y decide a veces y yo cuento con las palabras medidas. Trato de no parecer ese animal asustado que soy, ese que en el atropello hace malabares cotidianos para poder seguir huyendo.

Y habla a torrentes, y su rostro se ilumina y las palabras son mariposas, son puentes, montañas. Los sonidos son colores y el ambiente cambia porque su sola voz produce milagros. Entonces, de a poco mi peores secretos están con nosotras, y ella convierte mis pantanos en lagunas de agua cristalina. Se sumerge en ellas, me invita a conocerlas y me da su mano, entonces la seguridad y la confianza toman sentido.

Y se, SE que jamás va a fallarme, aunque yo he fallado y he caído. Ella supera todo mi entendimiento de las cosas y del amor.

Ella, evidentemente, es el AMOR.